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"Montar el tigre o el corto plazo", por Óscar Sánchez

Tribuna de Opinión. El Economista.

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17/5/2018

Me congratula que en una publicación económica como la que nos acoge tengan cabida reflexiones no estrictamente vinculadas a la economía y a la empresa,  aunque sí asimilables, y que puedan resultar útiles para la reflexión empresarial y social sobre los límites a los que nos enfrentamos.

Me viene a la mente la reciente noticia de la muerte del famoso Dj sueco Avicii, posteriormente confirmada como suicidio. Avicii, un joven de 28 años, era una superstar a escala mundial, excelente y concienzudo músico  (mis hijos me lo habían dado a conocer hace tiempo) retirado hace 2 años de los focos por no poder, en sus propias palabras, soportar el ritmo impuesto.

A Avicii le había ocurrido lo que vemos en ocasiones  en el mundo empresarial cuando algo que se ve peligroso no se detiene porque ya no se puede detener, me da igual que hablemos de las crisis subprime (¿tan lejanas?), del calentamiento artificial de la economía, de los falseamientos en las emisiones diésel afectando a varias marcas y otros casos conocidos.  Lo que le ocurrió al malogrado Avicii fue que, tal y como reza  el famoso proverbio chino, "si te subes a lomos del tigre vas adonde quiere el tigre". Y esto, desgraciadamente, ocurre en no pocas ocasiones  en la economía.

A veces, el interés general puede dictar una cosa pero la suma de intereses particulares puede llevarnos por otro lado. Y no nos damos cuenta, porque casi nadie, persona o empresa, piensa de sí mismo que esté  "montando el tigre" (animal bastante solitario por otra parte) hasta que se encuentra lejos de donde pensaba, junto con compañeros que, "rascándose la cabeza", se preguntan dónde están y cómo han llegado allí.

Las situaciones provocadas parten de ciertas abstracciones económicas o financieras, en las que no se conocen los límites, que afectan también a aquellas empresas o individuos que las han provocado por indexar todo al corto plazo.

Me temo que el peligro inherente a "montar el tigre" nos acechará siempre salvo que viviéramos inmersos en una no deseable economía ultraregulada, que es todavía peor, pero debemos obligarnos a apelar al sentido común para poner ciertos límites.

El único aprendizaje, no fácil, es pedir a todos los agentes económicos, sociales, etc., que no indexen todas sus actuaciones al corto plazo. De otro modo, sin darse cuenta, se verán "montados en el tigre" e irán adonde éste les indique.

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