Opinión.
07/06/2020.- Han pasado apenas tres meses y medio desde que el pasado 14 de marzo entrara en vigor el estado de alarma. En este espacio de tiempo hemos vivido situaciones que ni las mentes más retorcidas hubieran sido capaces de imaginar. Sin embargo, en apenas unas semanas hemos pasado de un estado de confinamiento estricto y una restricción de la movilidad extrema, a una aparente normalidad que coincide con el comienzo del verano y lo que ello implica: calles llenas, terrazas a desbordar, playas abarrotadas . . .
Si a inicios de mayo la situación era de una alarma generalizada, unas semanas después el optimismo parece haberse adueñado de nuestras vidas, teniendo en cuenta de donde veníamos: fábricas paradas, comercios cerrados, consumo bajo mínimos . . .
Para seguir leyendo, acceda al artículo en formato PDF.