DV. Opinión.
El sesgo de confirmación, el fenómeno cognitivo por el que tendemos a buscar y aceptar la información que respalda nuestras creencias preexistentes mientras ignoramos o rechazamos lo que las contradice, afecta la forma en que procesamos el conocimiento, tomamos decisiones y percibimos a los demás, influyendo sigilosamente en muchos aspectos de nuestra vida.
La mayoría de las personas consume, casi exclusivamente, contenido que reafirma sus posturas, creando burbujas de información que, lejos de contribuir a promover ideas y acciones de cooperación, aumentan la polarización social y los extremismos. En este sentido, los algoritmos no ayudan. La mayoría de ellos, especialmente en redes sociales y motores de búsqueda, está diseñada para personalizar al máximo la experiencia del usuario y tiende a mostrar contenidos que se alinean con las preferencias y creencias previas del usuario, generando lo que se denomina 'cámaras de eco' en las que solo vemos opiniones y noticias que coinciden con nuestra visión de la realidad. Los algoritmos descartan información valiosa que podría desafiar nuestras convicciones, lo que dificulta el cambio de perspectiva y el diálogo constructivo. En muchos casos, incluso, pueden amplificar la difusión de informaciones erróneas o engañosas que se alinean con nuestros principios y valores, ocasionando consecuencias irreparables en la opinión pública y en la toma de decisiones.
Y por si esto fuera poco, el sesgo de confirmación no solo responde a creencias preexistentes, sino también a cómo formulamos preguntas y analizamos información. El Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman y su colega Amos Tversky demostraron a través de numerosos experimentos que cambiar la formulación de una pregunta puede alterar significativamente las conclusiones de las personas. Nuestras interpretaciones están influenciadas por patrones cognitivos que priorizan la coherencia interna sobre la objetividad.
Pero, podrán pensar, ¿por qué una abogada está tratando en un artículo de opinión este fenómeno sicológico y de comportamiento humano? Pues básicamente porque creo que, de una forma silenciosa, está afectando no solo a la polarización en cuestiones políticas, de filiaciones partidistas, de izquierdas o derechas, en la generación de movimientos como los pro o antivacunas, en provocar enfrentamiento en cuestiones tan banales como ser seguidor de un programa de televisión o de otro, sino que puede estar teniendo un impacto, me temo que negativo, en los negocios, en el trabajo y en las relaciones interpersonales y profesionales.
En mi experiencia como abogado societario, percibo que el sesgo de confirmación está impregnando los procesos de negociación, contaminándolos y dificultando el diálogo constructivo. Observo cómo, en ocasiones, se cierran puertas que deberían permanecer abiertas, por retroalimentarnos o por buscar validar nuestras creencias en lugar de cuestionarlas, dificultando cada vez más las negociaciones en un mundo en el que alcanzar consensos es crucial para el progreso, especialmente en el mundo de los negocios. Cuando los líderes de una organización o una empresa, sus representantes o cualquier profesional se deja llevar por este sesgo, tienden a buscar solo información que valide sus hipótesis iniciales o sus preferencias y esto puede llevar a adoptar decisiones que no sean las mejores, ignorando señales de advertencia, subestimando no solo oportunidades sino también riesgos. En una negociación, independientemente del tipo de sea, se tiende a desestimar pruebas y argumentos que no respalden la posición inicial de cada una de las partes. Esto, eventualmente, puede estancar las negociaciones y conllevar procesos más largos y costosos. Y puede hacer que la otra parte sea incapaz de ceder o comprometerse, ya que puede percibir cualquier cambio como una derrota en lugar de un paso hacia una solución mutuamente beneficiosa. Cuando alguien está atrapado en su propio sesgo, el desacuerdo puede interpretarse como un ataque personal, una agresión a nuestro ego, más que como una diferencia objetiva. Se incrementa la hostilidad y se dificulta el diálogo racional.
Por tanto, en primer lugar, debemos ser conscientes del influjo que este sesgo de confirmación puede ejercer en nosotros y en cualquier persona con las que nos relacionemos o negociemos: debemos cultivar una mentalidad crítica, buscar opiniones de terceros que no estén involucrados en el problema o el día a día, confiar en aquel que te cuestione las decisiones y plantee escenarios alternativos y fomentar la cultura del aprendizaje y de la discusión intelectual sobre todo en aquellas personas que vayan a ser los que, en última instancia, tomen las decisiones.
En un mundo en el que la información nos llega filtrada por nuestros propios prejuicios, la clave para avanzar no está en reafirmar lo que creemos, sino en cuestionarlo. Después de todo, en la negociación y en la vida, a veces las mejores decisiones llegan cuando nos atrevemos a escuchar lo que no queremos oír.