El Diario Vasco: "Confianza", por Iñigo Garmendia, Abogado y Socio de NORGESTION

DV. Opinión.

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8/6/2020

06/08/2020.- Empujados por las dosis de libertad que vamos conquistando día a día y, sin duda, por la mejora de los datos sanitarios, lo cierto es que poco a poco vamos dejando atrás las fases de esta crisis sanitaria y ya quedan muy lejos los primeros días de confinamiento. A veces incluso parece que hemos vivido un mal sueño. Poco a poco vamos recuperando algo de optimismo y con un poco de suerte, y si la crisis sanitaria sigue evolucionando de forma positiva, deberíamos ya centrarnos en la económica. Vivimos en un primer momento un shock brutal en el que de la noche a la mañana la actividad económica se paró y afrontamos miles de ERTES. A los ERTE siguieron las refinanciaciones. Se inundó el mercado de euros en condiciones muy ventajosas y las empresas se lanzaron a conseguir liquidez a la espera de acontecimientos. Unas y otras medidas han servido como anestesia para controlar una situación muy crítica y nos han permitido comprar tiempo a la espera de qué forma adopta la famosa curva de la recuperación.

Tras el mazazo y la anestesia inicial tocaba adoptar medidas de estímulo que favorecieran la reactivación económica, tanto financieras como fiscales y en ello estamos. Ya estamos con los planes renove y las medidas fiscales incentivadoras, todas ellas tratando de impulsar el consumo y la inversión. En todas estas fases ha habido un amplio consenso y actuaciones bastante comunes en la mayoría de países de la UE, donde hay más pelea es a la hora de definir cómo se pagará todo el coste que ha supuesto esta crisis. Una vez más, norte y sur se enfrentan. Golpeado fuertemente en lo sanitario, el sur sufre además la moralina del "frente del norte" que condiciona toda ayuda a que el sur haga sacrificios. Veremos si finalmente hay "Plan Marshall", se consigue mutualizar la deuda, si llegan ayudas no reembolsables, o si por el contrario no conseguimos convencer a "los frugales" y volvemos a escuchar palabras como "Intervención".

A partir de ahí no cabe duda de que lo urgente habrá dejado paso a lo importante y habrá que pensar en cómo se ordena todo esto. Y ordenar pasa por ajustar el gasto o incrementar el ingreso, y esto ahora mismo no es nada sencillo. No se han aprovechado los años de crecimiento para hacer hucha, años de crecimiento en los que en lugar de aprovechar para realizar ajustes necesarios se ha seguido en la senda del déficit y ahora, con urgencias y una situación económica muy delicada, va a resultar muy complicado de realizar.

Por la parte del incremento del ingreso hablamos de elevar la presión fiscal y estas políticas van justamente en sentido contrario a lo que necesitamos ahora, que no es más que impulsar el consumo, la inversión e impulsar la reactivación económica. Por lo tanto, este incremento habrá de hacerse cuidando de que en el corto plazo no resulte desincentivador, sin perder de vista sus efectos en el medio plazo. Se habla del impuesto a los ricos, de la tasa Google y de la tasa Tobin pero, seamos serios, la recaudación nos la jugamos en el IVA y el IRPF y ambos impuestos tienen un impacto claro en nuestra capacidad económica. En cuanto a las empresas, hoy más que nunca enfatizaría las palabras de Winston Churchill cuando dijo aquello de que "muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro".  Poco más que añadir. Dicho lo anterior, mucho me temo que una vez se haya definido la forma e importe del endeudamiento no quedará otra que abordar la reforma fiscal. Habrá que repartir esfuerzos y asumir un incremento de la presión fiscal, que por otra parte es siete puntos inferior a la media de los países miembros de la UE, pero habrá que medir bien los tiempos y los esfuerzos que nos toque afrontar a unos y otros.

En la parte del gasto, deberemos abordar una reflexión que muy probablemente nos lleve a incrementar el gasto sanitario y además ver cuánto empleo recuperamos de esa situación de hibernación en la que nos han colocado los ERTEs. Por lo demás, quedará mucho gasto superfluo sobre el que actuar y sobre el que a la clase política le cuesta tomar decisiones.

Parece lógico y hasta necesario pensar que ante esta situación se pidan esfuerzos para salir adelante pero para ello es absolutamente necesario recuperar la confianza de aquellos a quienes se nos piden esfuerzos. No podemos comportarnos como hormigas y asumir que quienes gobiernan sean cigarras, no nos merecemos una condena que nos lleve a tener que hacer rodar la piedra hasta la cima de la montaña cual Sísifo a sabiendas de que la piedra volverá a caer y que tendremos que redoblar esfuerzos para volver a lo mismo. Es fundamental recuperar la confianza. Confianza para asumir esfuerzos fiscales, confianza como país para que la inversión extranjera nos vea como un país serio, confianza en que saldremos de esta y para volver a consumir pensando que mantendremos nuestro empleo. Como en el dilema del prisionero, si no confiamos en que mantendremos nuestro empleo no consumiremos y si no consumimos acabaremos perdiendo nuestro empleo. Y dicho lo anterior soy optimista, porque volviendo a Churchill "soy optimista, no parece muy útil ser otra cosa".

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