El Diario Vasco: "Nuestra mejor versión", por Iñigo Garmendia, Abogado y Socio de NORGESTION

DV. Opinión.

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2/11/2020

01/11/2020.- En medio de un nuevo repunte de la pandemia que amenaza con lastrar la tímida recuperación económica que se esbozaba en los últimos meses, el Gobierno de España ha presentado esta semana la propuesta de Presupuestos para 2021. En un momento en el que la situación económica parece abocarnos ya a una recuperación en W, dejando atrás la V, el símbolo Nike y otros escenarios más optimistas, el gobierno ha presentado las cuentas públicas más expansivas de la historia. Lejos quedan ya las políticas "austericidas" de la última crisis financiera de la que tanto nos costó salir y, haciendo buena la frase de Einstein de "si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo", esta vez parece jugárselo todo a la carta del gasto.

Hace ya un tiempo que asistí a una charla en la que me llamó la atención la idea expuesta por una persona de éxito cuando, refiriéndose a las claves de la vida, citó el Correr y el Leer. ¿Por qué correr? Porque si aprendes a derrotar a esa voz que te que pide que te rindas en un momento de dificultad aprenderás a cómo no rendirte cuando las cosas se pongan difíciles en tu vida. ¿Y por qué leer? Porque tras los millones de seres humanos que han transitado por este mundo a lo largo de la historia, no hay ningún problema nuevo que no haya sido solucionado antes y sobre el que no se haya escrito en un libro. Dicho esto, tengo la sensación de que si en la anterior crisis no atinamos con las soluciones en esta vamos improvisando y no parece que nadie tenga la receta de libro para salir de ella. Lo de correr es otra cosa, eso sí que no lo discuto, y entiéndase por correr cualquier otro deporte o actividad de superación personal. Independientemente de que las circunstancias o condiciones no acompañen, de nuestro nivel o de que haya rivales más fuertes, está en nuestra mano dar lo mejor de nosotros. Y eso es lo que necesitamos ahora, nuestra mejor versión.

Nos encontramos ante uno de los momentos más inciertos de la historia reciente. Vivimos una emergencia sanitaria que se está llevando por delante la economía, está alterando nuestro modo de vida, la forma de trabajar e incluso la manera en que nos relacionamos. Tenemos por delante un futuro plagado de retos e incertidumbres y el peligro está ahí, es real. Sin embargo, el miedo no es real, es una opción y, en muchos casos, una mala opción que saca lo peor de nosotros mismos cuando lo que necesitamos es nuestra mejor versión. La actitud de las personas hacia el riesgo es muy diferente y, en muchos casos, podemos bloquearnos. Quizá por eso haya menos empresarios de los que desearíamos. Creo que es el tiempo de los empresarios, de los emprendedores, de las personas sin miedo, de aquellos que en estas circunstancias de incertidumbre actuales están dispuestos a dar un paso al frente y afrontar con ilusión y pasión los retos que se nos presentan por delante. De esta crisis no van a poder sacarnos nuestras administraciones pero sí que está en su mano establecer las mejores condiciones para que aquellos puedan desarrollar todas sus capacidades de la mejor forma posible.

La propuesta de presupuestos llega en un momento especialmente crítico para la economía española. El desequilibrio de las cuentas del Estado hace inviable ahora mismo una rebaja de impuestos que ayude a la reactivación económica pero, a su vez, anuncios como el de esta semana de subir impuestos a unas pocas rentas muy altas o a determinadas figuras societarias no hace sino añadir más incertidumbre a una situación de por sí delicada. Llevábamos meses entregados a la solución de la "patada a seguir". Parecía haber un consenso en cuanto a que no tocaba poner palos en las ruedas de la economía y de que no quedaba otra que acudir al endeudamiento. Además, Europa había respondido. Habíamos ganado tiempo. Y aun asumiendo el tremendo coste que estaba suponiendo la pandemia y la enorme deuda pública que estábamos acumulando, podíamos darle algo de oxígeno a la economía para que se fuera recuperando de forma paulatina. Ya llegaría el momento de ajustarse. Y es que tan cierto es que España necesita desde hace tiempo abordar una reforma fiscal integral como que debería realizarse una profunda reflexión sobre el estado de bienestar. Sin embargo, estimo que los últimos presupuestos presentados están apuntalados sobre la base de unos ingresos fiscales ciertamente dudosos, habida cuenta del momento de incertidumbre actual, y sobre unos ajustes más pensados en clave política que en términos de recaudación real. La reforma tributaria que España necesita exige un estudio en profundidad que examine las tendencias internacionales para evitar incurrir en el error de castigar la inversión en general y la extranjera en particular. La inversión privada puede tener un efecto multiplicador de los fondos que lleguen de la Unión Europea. Ambos, bien gestionados y canalizados hacia aquellos sectores económicos de futuro son quienes verdaderamente pueden transformar el país. Pero en la medida de lo posible, debemos aportar certidumbre y no improvisaciones y miedos.

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