"Inflación al acecho"

Tribuna de opinión de Iñigo Bilbao, socio abogado de NORGESTION, en Capital&Corporate Magazine.

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27/10/2021

"Los datos están a la vista, Inés, el capital riesgo tiene mejores retornos después de una crisis que en la antesala de otra", le argumentaba Marta. "Las oportunidades son mejores, el miedo todavía no se ha convertido en euforia y como se dice: lo que el sabio hace al principio el tonto hace al final".

Marta no tenía intención de desmoralizar a su recientemente ascendida socia en la gestora y era consciente de que el capital riesgo históricamente, en su conjunto, había dado las mejores tasas de rentabilidad a sus partícipes que otro tipo de inversiones financieras, pero una alarma le sonaba en la cabeza cuando intuitivamente le venían, una y otra vez, las cuatro palabras que el fundador de los fondos Templeton, Sir John, consideraba las más caras de todas: "esta vez es diferente".

En efecto, el ciclo de crédito que padecemos, el más largo registrado hasta la fecha, se caracteriza por la intervención de los bancos centrales ante el mínimo desajuste en los mercados financieros. Se podría reprochar que los mercados están tuneados al alza, en defensa del saneamiento del ecosistema por el que abogan los bajistas. El resultado es que nunca ha habido tanto endeudamiento público y privado y, como coloquialmente se dice "no luches contra la Fed", en una especie de confianza ciega en algunas divisas, particularmente y todavía, en el dólar norteamericano.

Pero la inflación está al acecho. Se ha pasado de mantenerla por debajo del dos por ciento a que este porcentaje se constituya en el objetivo. ¿Cómo si no pagar toda la deuda emitida? Y, luego están, claro, las opiniones para todos los gustos de los economistas sobre el asunto, algunos sosteniendo que será coyuntural por la interrupción de los canales de suministro como consecuencia de la crisis sanitaria y que los activos productivos siguen ahí, y otros que mantienen lo diametralmente opuesto, a sabiendas unos y otros que se nos explicará con retrospectiva lo que acontezca con todo tipo de detalle a su debido tiempo, lo que hace que el acierto sea más fácil.

"Hay que avanzar con lo que tenemos, Inés. Hagamos nuestro, más que nunca, el mantra de Howard Marks de seguir adelante con precaución. Tener el dinero en el banco en tiempos de inflación no es buena idea, estará mejor invertido en compañías que posean negocios con un buen balance y productos o servicios pegadizos, resistentes a la inflación y a las crisis, apartando de lado aquellos que sean cíclicos, por no mencionar los disruptivos que dejamos para los valientes", Marta tranquilamente expuso su opinión.

"Pero ese buen balance a que te refieres, Marta, puede suponer un menor apalancamiento y, consecuentemente, un menor retorno para el fondo", concluyó Inés, a sabiendas de las estimaciones de rentabilidad que habían dado a los inversores cuando levantaron el fondo y de que no podrían quebrantar el mandato que habían recibido de invertir, esperando vientos de cola, que igual ni siquiera llegarían en mucho tiempo. A pesar de no gestionar un fondo de capital riesgo temático, lo cual les proporcionaba una buena cuota de libertad y era un alivio para ella, empezaba a sentir como se constreñía el universo donde invertir a la vez que se acentuaba la necesidad de hacerlo.

"Además, la inflación no solo es la monetaria nominalmente, también la estamos viviendo en los multiplicadores que conforman los precios de las transacciones. ¡Qué pena que por lo reciente del fondo no tengamos desinversiones a la vista!", prosiguió Marta con su inquietud. "Si compramos caro, el retorno será menor por definición, pero la clave está en comprar bien, empresas que sobrevivan la inflación y los ciclos, porque es posible que nos equivoquemos en las proyecciones de crecimiento, pero si compramos bien, el tiempo estará de nuestro lado."

"Tienes razón Marta. En realidad, acometer inversiones sobre la base de pronósticos macroeconómicos sería un error, nuestro enfoque para invertir ha de ser invariablemente de abajo a arriba, considerando cada inversión de manera individualizada, independiente de lo que digan los augures sobre el futuro de la economía en general. Lo que nos tiene que importar es el negocio concreto en el que vamos a invertir, el precio por el que se nos ofrece, la oportunidad de su valor y cómo podemos realizarlo". Inés comprendió de su socia más veterana que la gestora de capital riesgo había de mantener el timón firme en todo momento. No había que virar el rumbo ante los ruidos de fondo, sino todo lo contrario, había que saber navegar en la calma chicha y en las tempestades porque, en realidad, algo que parece sencillo, no es fácil. En ese momento, Inés decidió que seguiría adelante, avanzando con pies de plomo. La inflación no sería obstáculo, si es que acaso llegase; era parte del arte de invertir.

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