"Volar como las águilas", por Iñigo Garmendia, Socio Abogado de NORGESTION

DV. Opinión.

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6/2/2022

Acabamos la semana pasando página y con la aprobación de la reforma laboral. Suficiente o no, ha sido aprobada por la totalidad de los agentes sociales y sirve además para salvar la llegada de los fondos de la Unión Europea, esenciales para conseguir la recuperación económica. En palabras de la vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, se trata de "una reforma que nos acerca a Europa en materia de estabilidad y seguridad en el empleo". Evidentemente la situación del empleo en España no es la de Europa y mucho menos la de Estados Unidos, donde más allá de estar preocupados por la estabilidad y seguridad en el empleo, se está produciendo un curioso fenómeno conocido como "la gran dimisión". Un fenómeno que define el abandono de puestos de trabajo por parte de millones de personas y que está poniendo en jaque a las empresas, con verdaderos problemas a la hora de cubrir las vacantes.  Fenómenos como la digitalización que nos están haciendo vivir un momento transformacional de la economía, junto a las situaciones ocasionadas por la pandemia y los replanteamientos que se han hecho las personas, están suponiendo una reevaluación no sólo de los propios puestos o tipos de trabajo sino de la propia forma de relacionarse con el trabajo. En el continente europeo, Reino Unido y Francia encabezan los países que están sufriendo esta inesperada fuga de fuerza laboral y en Alemania más de un tercio de las compañías declaran una escasez de trabajadores cualificados. Los expertos auguran que, si la economía sigue creciendo y el empleo reactivándose, este fenómeno se extenderá como la pólvora en los países desarrollados donde el talento escasea en todo tipo de empresas y sectores.

Gipuzkoa, con una tasa de desempleo sensiblemente inferior a la media del estado, no es una excepción en lo que a falta de mano de obra cualificada se refiere, y aunque el problema es anterior a este nuevo fenómeno de "la gran dimisión", es una preocupación constante para las empresas del territorio. Simultáneamente a esta situación del mercado laboral, las tensiones producidas por la falta de suministro de componentes, la escasez y escalada de precios de las materias primas y el incremento del coste de la energía está llevando inexorablemente a que occidente se tenga que replantear buena parte de las políticas económicas que ha desarrollado hasta ahora. Medidas para reducir la dependencia de terceros trayendo de vuelta plantas de producción y para apostar por energías alternativas que reduzcan costes y permitan reducir la dependencia energética de terceros países tendrán su efecto en el medio plazo. En el plano geopolítico, el eje Rusia-China, enemigos históricos pero aliados ahora con un objetivo común, pretende cuestionar la hegemonía mundial de EEUU, lo que nos lleva a vivir uno de los momentos de mayor tensión bélica desde el fin de la guerra fría.

Con este panorama, tratando aun de recuperar nuestras vidas dejando atrás la pandemia, cuesta vislumbrar dónde estaremos dentro de escasos diez años... Podemos hacer como el avestruz y esperar a que el desarrollo del metaverso y la digitalización hagan el trabajo por nosotros y confiar además en que nos repartan una renta básica universal o, por el contrario, podemos afrontar todos estos retos pensando en un futuro lleno de oportunidades y trabajar para situar a nuestro territorio en las mejores condiciones posibles para afrontarlo. Partimos con ventaja. Somos un lugar muy atractivo para vivir. Contamos con un buen tejido industrial y tecnológico y una sociedad cohesionada y con altos niveles de formación y qué decir de nuestra cultura, geografía y clima. Nos quedaría consolidar un ecosistema de emprendimiento como palanca de transformación económica y social. El emprendimiento es una filosofía de vida que permite a las personas ser capaces de vencer retos, tener éxito y enriquecer su entorno. Un ecosistema sólido nos permitiría consolidar nuevas y atractivas empresas que contribuyeran a retener y atraer el talento y, en definitiva, a enriquecer nuestra sociedad. Se están dando pasos para consolidar un ecosistema interesante empezando por las universidades, pasando por las empresas y centros tecnológicos y terminando con las fuentes de financiación de los proyectos, y todo ello dentro de un marco legal y fiscal estable y que hay que ir haciendo más atractivo.

Pero, además, y creo que aquí deberíamos hacer más hincapié, tenemos que cultivar una actitud y cultura emprendedora entre la población. Tenemos que fomentar entre nuestros hijos el deseo de emprender. Que desde la escuela se les hable de lo que es y significa emprender, que valoren la figura del empresario, del emprendedor, y que no tengamos, como ha pasado, una juventud cuya primera opción sea la de acceder a la función pública. Debemos generar esa inquietud que les lleve a cuestionarse el "por qué no de las cosas", que no se queden en ese "no se puede" que paraliza tantas y tantas ideas e iniciativas sin saber muchas veces por qué. Se trata de sembrar el germen de la cultura empresarial. Como decía, el emprendimiento es una filosofía de vida, y como dice el refrán: si vives entre codornices, es muy difícil aprender a volar como las águilas.

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